Entrevistamos a Daniel Ramón, director científico y consejero delegado de la empresa biotecnológica Biópolis, que nos habla sobre el futuro de la alimentación mundial
1.- Usted lleva años investigando sobre alimentos ¿Cómo están cambiando los hábitos alimenticios de la población actual?
Están cambiando, en algunas áreas geográficas más que en otras, y no siempre a mejor. Esos cambios negativos suelen ir unidos a estilos de vida muy sedentarios y el resultado es la epidemia de obesidad. Por eso es muy importante enseñar a los niños desde la escuela, y sobre todo en la familia, en este último caso dando ejemplo, que no hay alimentos buenos ni malos, hay buenas y malas dietas y siempre hay que seguir un estilo de vida saludable.
2.- Los alimentos funcionales son una parte importante de la investigación que ustedes realizan ¿Podría comentarnos en qué situación se encuentran estos productos en Europa? ¿Tienen futuro?
Sin duda tienen futuro, sobre todo para determinados grupos poblacionales como la mujer embarazada, el niño recién nacido o los senior. En España hay mucha investigación, mucho interés industrial y una legislación, la europea, que nació con un propósito muy loable como es el de defender al consumidor, pero que se está ejecutando de una forma excesivamente estricta, al menos en mi opinión. Estamos generando barreras innecesarias que nos hacen perder competitividad con respecto a otros países del planeta.
3.- La sociedad en general puede llegar a pensar que los alimentos pueden curar enfermedades. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Que los alimentos no curan. Cuando uno está enfermo, lo que cura es un médico que tras una buena revisión da un diagnóstico adecuado y pauta un tratamiento eficaz. Y de esos afortunadamente tenemos decenas de miles en España. Lo único que pueden hacer los alimentos es ayudar a prevenir el desarrollo de determinadas metabolopatías. Y eso aunque parezca poco es mucho. Lo que comamos marcará nuestra salud en la jubilación.
4.- La genética también es un área de actividad en la que ustedes están especializados, ¿Qué dificultades tiene y que posibilidades ofrece la genómica en el futuro de la agroalimentación?
Tiene muchísimas posibilidades que estamos empezando a intuir, pero queda mucho por recorrer. Soy muy optimista en este sentido y creo que los próximos 15 años, hasta que me jubile, voy a poder ver desarrollos alimentarios impensables meses atrás.
5.- ¿Cómo ve la seguridad alimentaria en la actualidad y de cara al futuro?
Creo que nunca hemos tenido una oferta alimentaria con el nivel de seguridad que hoy tenemos. Hemos avanzado mucho gracias a los descubrimientos científicos, la presión de los consumidores y la concienciación de los dirigentes políticos y las empresas agroalimentarias. Lo triste es que el ciudadano percibe lo contrario y da etiquetas de bueno y malo dejándose llevar por bulos, modas o apetencias. Aquí nos hace falta mucha labor de comunicación. El futuro es ir a más en este control, como no puede ser de otra manera. Lo que si que debemos hacerlo es de una forma racional. Esta es una de las áreas en las que la genómica puede revolucionar conceptos.
6.- ¿Qué factores considera usted que serán decisivos a la hora de alimentar a la creciente población mundial?
El decisivo será dar de comer a millones de personas que pasan hambre. Es vergonzoso y es el gran problema de la alimentación mundial. Para ello deberemos producir más y mejor con menos recursos. Eso sólo se logra con ciencia e innovación. Como seguro que no se logra es volviendo atrás, a una agricultura de subsistencia que suena muy romántica pero que puede ser letal.
7.- ¿Cómo ve la relación entre la investigación que se realiza y su aplicación práctica en la agroalimentación?
Dependiendo del país mejor o peor. Donde mejor lo veo es en Holanda. Me parece que es el referente a imitar. España está ahí, a la mitad.
8.- Por último, ¿qué opina de la relación que existe entre la Administración Pública y el sector privado en temas de I+D+i?
Nos hace falta conexión directa. Hay que incentivar como sea el contacto físico directo entre los grupos públicos de I+D y las empresas, sin intermediarios. El modelo de transferencia que manejamos hasta ahora está obsoleto. Convendría mirar modelos más productivos y menos burocratizados.