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Los ODS y el sector agroalimentario

Fernando Prieto. Observatorio Sostenibilidad

La industria agroalimentaria ha sido de los sectores que mejor han sobrevivido a la devastadora presencia de la covid19 y ha seguido creciendo. Se han mantenido las exportaciones y sigue siendo en una de las ramas más dinámicas.
 
El porcentaje que este sector representa en el PIB ha aumentado desde 2008 y además pesa más en España que en la Unión Europea, 9,3% frente al 6,2%.
 
Las exportaciones agroalimentarias españolas en 2019 ascendieron a 50.000 millones de euros, más del 17% del total de ventas al exterior, una cifra que le sitúa únicamente por detrás de los bienes de equipo (maquinaria) y por delante incluso del sector automovilístico.
 
En 2019, el superávit comercial, gracias a la exportación, fue el segundo más alto del club comunitario después de los súper especializados en esta materia, Países Bajos.
 
Por otra parte, la Unión Europea presentó en el marco de su Green Deal la estrategia “De la granja a la mesapara un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente”, que es uno de los ejes del proyecto europeo presentado por la nueva Comisión.
 
En sus principios más generales, esta estrategia marca un ambicioso rumbo para la transformación de todo el sector, en línea con los recientes resultados científicos que modelan sistemas alimentarios sostenibles.
 
Este programa propone desde la reducción de la contaminación de los ecosistemas en forma de fertilizantes o fitosanitarios hasta la disminución de los desperdicios de alimentos o asegurar y promover dietas saludables. Todo ello buscando la transición global hacia un sistema tanto de producción como de consumo más sostenible.
 
La Presidenta de la Comisión Europea, sus comisarios y sus técnicos estiman que el actual sistema agroalimentario de la UE tiene graves retos y que hay que enfrentarlos. En cualquier caso, esta estrategia, como otras muchas, hay que cristalizarlas en documentos mucho más concretos y ahí se llega a la reforma de la PAC recientemente aprobada pero que todavía no tiene una forma definitiva cuando se escriben estas líneas, y sin duda merecerán un buen análisis desde el punto de vista de la sostenibilidad cuando salga publicada finalmente.

El programa de acción de 2021 de la Comisión Europea también vuelve a incluir este aspecto “Farm to Fork”como uno de los prioritarios. Algunos temas novedosos son la reducción del consumo de carne (sin dar objetivos precisos) también explica claramente la necesidad de disminuir claramente el uso de insumos sintéticos (plaguicidas, fertilizantes y antibióticos), aunque los indicadores utilizados siguen sin estar claros; y se recuerda la cuestión de la reducción de pérdidas y desperdicios a lo largo de las cadenas alimentarias.
 
Todo este proyecto de revolución del sistema está estrechamente vinculado a la Estrategia de Biodiversidad también publicada, que debe ser objeto de una propuesta legislativa sobre sistemas alimentarios sostenibles para 2023.
 
En definitiva, nos encontramos con dos procesos de enorme magnitud que deben de ser coordinados para el beneficio de todos y de los ecosistemas. Por una parte, se trata de aprovechar esta gran fortaleza de la economía española y por otra, estos cambios de legislación, de directivas y de sistemas de ayudas de la Unión Europea, a demanda de la sociedad que cada vez más, va a exigir una alineación entre la alimentación sana y los ecosistemas sanos. Con este escenario se abren algunos retos que hay que solucionar y grandes oportunidades para el próximo futuro.
 
Algunos retos, por ejemplo, son los relacionados con el agua, (ODS6): los grandes regadíos, las sequías periódicas, la sobreexplotación y la contaminación de acuíferos. También es necesario reducir de una forma drástica el creciente uso de fitosanitarios y fertilizantes que tienen que ver con la producción y el consumo (ODS11).
 
Por otra parte, es esencial considerar el importante riesgo de cambio climático. Las temperaturas ya han subido y seguirán subiendo. Además se presentarán mayores fenómenos meteorológicos extremos, siendo uno de ellos el riesgo de inundaciones que obligan a gestionar de una forma mucho más inteligente las cabeceras de las cuencas tanto por las elevadas pendientes como por los suelos ralos que se presentan en muchas ocasiones.
 
Todos estos factores hacen que sea necesario reforestar y mantener sistemas de bosques, (ODS15), matorrales o de pastos en mosaicos que sean resilientes a los incendios forestales y que con escaso mantenimiento puedan mantener ecosistemas esenciales con una adecuada biodiversidad para las zonas bajas de las cuencas. La ganadería extensiva bien controlada debe de tener un papel fundamental en la gestión de estos ecosistemas.
 
Las emisiones de gases de efecto invernadero también son otra variable clave. Las emisiones del sector agrario suponen un 12,5% en 2019 y un 12% en 2018 del total de las emisiones del país. Se observa tendencia al alza desde 1990 ligado al aumento en el uso de fertilizantes inorgánicos y al incremento de la cabaña ganadera, siendo las emisiones del sector en 2018 un +7,0 % más altas que en 1990. Las del sector ganadero han aumentado en los últimos años, si bien en 2019 han tenido un ligera disminución (0,4%). Del total de las emisiones agrarias el sector ganadero supone un 67%, tanto por la gestión de estiércoles como por la fermentación entérica, esto es debido a que se ha duplicado la cabaña del sector porcino y bovino de carne prácticamente entre 1990 y 2018.
 
Otro reto recurrente es la integración de temporeros y enorme desigualdad en trabajadores del sector, ODS8, en lo que el sector debe solucionar.

Cambiando de registro, España presenta una elevada obesidad, sobre todo infantil, ODS3, que el modelo de vida que tenemos está generando y que entre todos deberíamos de cambiar, pero esto no afecta solo al sector agroalimentario, sino también al escaso ejercicio físico que realizan nuestros niños.
 
Por otro lado, sabemos que una parte muy considerable de la agricultura ecológica, por ejemplo, se exporta. Sería muy interesante pensando en la salud de los españoles que esos productos saludables sin pesticidas ni fitosanitarias se quedaran en este país. O que se produjeran más productos de agricultura ecológica para los españoles, ODS2.
 
Finalmente señalar que se presentan magnificas oportunidades. España tiene unos ecosistemas muy aptos, con una gran diversidad de climas y de suelo que son capaces de producir una gran diversidad de frutas y verduras, hortalizas, legumbres etc. en diversas épocas del año, además el clima no es tan duro y riguroso como en por ejemplo en Europa, que son aprovechadas por la industria agroalimentaria pero que sin duda podrían generar más empleo y más trabajo en gran parte de la España vaciada donde podría ser una gran oportunidad para todos.
 
Los fondos “NextGeneration” podrían ser esta palanca para generar empleo y potenciar cultivos, de muy diferentes variedades y el trabajo y el empleo en la España rural. Además, por ejemplo, adecuados programas de compra publica, por ejemplo, podrían hacer que la alimentación fuera más ecológica y más cercana al kilómetro cero con lo que se comería más sano y se emitirían menos gases de efecto invernadero.
 
La innovación es absolutamente clave para desarrollar todos estos cambios que tenemos que hacer es fundamental, con aumento de inversiones en I+D pero también recogiendo enseñanzas seculares que desgraciadamente ya han desaparecido la mayoría de ellas, pero son esenciales para el manejo sabio de los ecosistemas agrícolas, conservar razas, variedades, especies, mantener la biodiversidad, etc.
 
A pesar de los buenos resultados de este año pasado con los que iniciábamos el artículo que reflejan décadas de esfuerzo continuado también existe un importante margen de mejora del sector agroalimentario en los temas ambientales, de aumento de la economía circular, de soluciones basadas en la naturaleza, de descarbonización, de integración de temporeros, con la reducción del consumo de productos animales, de pérdidas y desperdicios, y el menor uso de insumos sintéticos que sigue siendo importante.
 
En definitiva, seguro, como el sector es inteligente sin duda se alineará, de una forma conjunta con los ODS, con la sostenibilidad, con la descarbonización, con la estrategia europea “Farm to Fork”, y con la de biodiversidad, diseñando un futuro más sostenible. El no seguir los ODS nos llevará a más contaminación, más desigualdad y más emisiones de gases de efecto invernadero, es decir al colapso. La alineación de los ODS con la agricultura sostenible es el único escenario posible, y nos brindará un futuro más sostenible y ganaremos todos, los ciudadanos, las empresas y el planeta.

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