Fundación Global Nature (FNG) lidera desde hace años una línea de trabajo para incluir la sostenibilidad como valor añadido en los diferentes eslabones del sector agroalimentario. El objetivo es apostar por una estrategia que aúne producción agraria, respeto medioambiental y calidad nutricional y que aproveche la riqueza de patrimonio natural de España como un valor diferencial y competitivo.
Por tal motivo, durante el día de ayer, FGN fue la protagonista del evento ‘Aprovisionamiento sostenible: una responsabilidad compartida’, organizado por el Grupo de Innovación Sostenible (GIS) y el Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid para dar a conocer los fundamentos del aprovisionamiento sostenible y su impacto en la cadena de valor agroalimentaria.
En esta jornada diferentes expertos y representantes del sector agroalimentario han debatido sobre los fundamentos del aprovisionamiento sostenible y cómo estos se llevan a la práctica a través de la cadena de producción, así como el valor añadido que suponen para los consumidores. De hecho, uno de los grandes proyectos de la FGN es el LIFE Food & Biodiversity, que fomenta la inclusión de criterios de biodiversidad en sellos, estándares o certificaciones en el sector agroalimentario.
Nuestro país es el que alberga más biodiversidad de la Unión Europea, ya que en su territorio se encuentran alrededor de 85.000 especies de animales, hongos y plantas, lo que supone el 54% de las especies que habitan en Europa y cerca del 5% de las especies conocidas. La pérdida de especies es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos y el sector agroalimentario debe ser uno de los grandes aliados necesarios para revertir ese proceso.
Por tanto, se trata también de entender la posición privilegiada de nuestro país como una oportunidad para incluir elementos de diferenciación cualitativa de sus productos en mercados cada vez más exigentes.
España es un país eminentemente agrario y con uno de los mayores crecimientos en producción agraria ecológica, la más segura en cuestiones de seguridad alimentaria y la más respetuosa con esa biodiversidad.
Existe, así, una gran diversidad de alimentos a nuestra disposición, lo que facilita establecer canales cortos de distribución y, si trabajamos por un mayor valor añadido basándonos en biodiversidad, aumentarían también las posibilidades de ser más competitivos ante mercados emergentes en exportaciones.
En esta misma línea, es necesario buscar fórmulas para que los esfuerzos de empresas y agricultores por avanzar en sostenibilidad se valoren tanto por parte de las administraciones como por parte de los consumidores. En este contexto, la Política Agraria Común (PAC), tanto en los futuros ecoesquemas como en buena parte del segundo pilar, ofrecería muchas oportunidades que la empresa y la administración española no están aprovechando adecuadamente.