María Martínez-Herrera, responsable de Medio Ambiente en ASEDAS
GIS: ¿Las empresas de distribución alimentaria están muy cerca del consumidor, cuáles son los ODS que más impactan a ambos?
María Martínez-Herrera: En el marco del gran consumo, uno de los objetivos en los que consumidores y empresas de alimentación más pueden colaborar es el relativo a la producción y consumo sostenible (número 12). Las principales recomendaciones del Pacto Mundial en este sentido son el uso eficiente de la energía, de los recursos naturales y de las materias primas. Es decir, ser responsables en todas nuestras actuaciones productivas, -como por ejemplo la utilización de materiales reciclables o reutilizables, de energías renovables, el fomento del suministro con proveedores cercanos, la formación y la lucha contra el desperdicio alimentario, entre otros-. Debemos ser conscientes, por tanto, de que, en el marco de la alimentación, todos los eslabones –entre los que incluyo a la administración y al consumidor- debemos colaborar para alcanzar sistemas de producción, de distribución y de consumo más sostenibles. Si uno falla, los demás no podrán alcanzar los objetivos. Y también hay que considerar la política de la Comisión Europea, con dos piezas claves en cuanto a alimentación: el Pacto Verde y la Estrategia del Campo a la Mesa.
GIS: En lo que se refiere a este objetivo número 12, ¿estamos hablando de economía circular?
M.M-H.: El objetivo número 12 nos pone directamente en contacto con este concepto.
La responsabilidad medioambiental del supermercado pasa por aplicar este modelo de gestión en todos sus procesos. Para lograrlo, es necesario tener un esquema claro sobre el recorrido que hacen los recursos naturales que se utilizan en la producción de alimentos, en la logística, en los embalajes y envases o en las tiendas de manera que, una vez usados, tengan un tratamiento que les permita reintroducirlos en el sistema productivo. Y, en el caso de que haya un desperdicio inevitable, que éste sea tratado adecuadamente para evitar que termine en el medioambiente. Es lo que llamamos “cerrar el círculo”. En definitiva, que todo vuelva al sistema de producción y, lo que no sea posible, por supuesto, que no termine en el medioambiente.
GIS: ¿Puede ayudar el Proyecto de Real Decreto de Envases a alcanzar algunos de estos objetivos?
M.M-H.: Dentro de los planes estratégicos de las compañías de ASEDAS, un objetivo prioritario es la búsqueda de materiales y sistemas alternativos sustitutivos de aquellos que puedan impactar de forma negativa en el medio ambiente. Debemos partir de la base de que los envases son imprescindibles para hacer llegar los alimentos y bienes de primera necesidad a todos los puntos de venta.
Sin embargo, el modelo recogido por el proyecto de Real Decreto, lamentablemente, se aleja en algunos de sus artículos de la realidad de las empresas y olvida los pasos que se han venido dando a lo largo de estos últimos años. Un ejemplo, es la propuesta de la implantación de un sistema de recogida y retorno de envases retornables sin haber hecho un estudio de impacto de todas las implicaciones medioambientales. Desde la distribución apostamos por el avance continuo en la búsqueda de sistemas de prevención de la generación de residuos de envases en el que la reutilización no deja de ser una medida más a considerar. Pero, por los datos recogidos y experiencias de otros países, se ha demostrado que la reutilización no es un sistema eficaz. Por ello, cualquier modelo o sistema planteado requiere un análisis previo, teniendo en cuenta sus diferentes usos y un calendario adecuado a la transformación que implica.
En el debate de los envasas, además, no cabe olvidar que la seguridad alimentaria es un pilar esencial de la comercialización de alimentos, y más si son alimentos frescos. La gestión de los riesgos en tienda y a lo largo de la cadena es una gestión muy controlada por los operadores económicos y, en este sentido el envase es un aliado del autocontrol y de la prevención. Las prohibiciones y obligaciones recogidas en este proyecto de Real Decreto podrían romper el sistema de seguridad alimentaria creado en Europa a principios de este siglo, en el que el operador económico es el responsable de la seguridad alimentaria. En el caso de los distribuidores, como manipuladores de alimentos destinados al consumidor final. Por eso ellos deben poder decidir también sobre el envase. Este enfoque fundamental se echa en falta en estas normas medioambientales.
La misión de los operadores es minimizar o eliminar los riesgos. Debemos recordar que estos riesgos en alimentación existen y que determinadas prohibiciones, como el envase de plástico en fruta y verdura o la introducción de la reutilización sin un análisis profundo y a tiempo, incrementa la preocupación en la cadena agroalimentaria al suprimir, sin alternativa viable a día de hoy, una herramienta esencial para eliminar o minimizar estos riesgos. Además, eso va más allá de las medidas pactadas en el seno de la Comisión. En este caso en concreto, la eliminación de los envases de plástico en frutas y verduras de menos de kilo y medio nos parece más una medida política y de comunicación que un fin para mejorar la sostenibilidad y luchar contra el littering y el mal uso del plástico.
GIS: Otro proyecto de Ley que afecta a la distribución alimentaria en este marco de la responsabilidad social y medioambiental es el relativo al desperdicio alimentario. ¿Qué piensan sobre él?
M.M-H.: La mayoría de soluciones que plantea el proyecto de Ley ya se están aplicando en los supermercados. En el año 2013, el sector suscribió un decálogo muy próximo a las acciones que describe la futura Ley y la medición de los resultados lleva en marcha año y medio. El porcentaje de supermercados con buenas prácticas es altísimo, casi del cien por cien. Nuestras objeciones se basan en que la jerarquía de aplicación de medidas no puede ser la misma para todos los eslabones, ya que cada uno tiene su particularidad. Y en otros temas, como vender fruta “fea”, fomentar la venta a granel, etc… creemos que hace falta más trabajo conjunto con el sector y permitir medidas diferentes, no obligatoria. Pero lo importante es alcanzar el objetivo: reducir el desperdicio o las pérdidas.
Algo que nos preocupa mucho, y que el sector ha planteado como enmienda a la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para la Economía Circular, es el IVA que hoy se aplica a los alimentos y productos no alimentarios destinados a donación. El sector del gran consumo y el tercer sector se han unido en la petición de no sujeción de las donaciones al IVA, ya que consideramos que sería un importante revulsivo para alargar la vida útil de muchos productos y alimentos, así como un impulso para reducir la generación de residuos y avanzar hacia un modelo de economía circular, obteniendo, además, un impacto social positivo. Todo ello tiene una gran relación con el cumplimiento de los ODS de carácter social (el número 2 sobre la lucha contra el hambre) y medioambiental (producción sostenible).
GIS: ¿A qué otros retos en materia de logística se enfrentan los distribuidores y supermercados?
M.M-H.: El reto de la movilidad en las ciudades, muy ligado al objetivo 11 de los ODS, es otra de las principales líneas de trabajo de los supermercados. El propio formato de distribución de proximidad contribuye a la sostenibilidad de las ciudades poniendo muy cerca de las casas y los lugares de trabajo de los consumidores un surtido completo y variado de alimentación a precios competitivos. El hecho de que el 90% de los clientes del supermercado haga sus compras a pie es un indicativo muy significativo de cómo este formato contribuye en positivo al diseño de la ciudad. Además de ello, la eficiencia logística en el supermercado, el uso de energías alternativas en las flotas de transporte o el uso de vehículos grandes para acceder a tienda son decisiones que impactan en la movilidad sostenible y que registran muchos avances desde hace años.
Pero si miramos hacia las áreas rurales, el supermercado es también un elemento de desarrollo rural y lucha contra el despoblamiento, lo que tiene que ver con varios ODS, entre ellos, el número 3 sobre salud y bienestar. Para asegurar el progreso de los municipios de las zonas más afectadas por este problema se necesita el acceso a la alimentación como un servicio básico que contribuye a fijar población. Esto se consigue gracias a la presencia de cadenas regionales, muchas de ellas franquicias y cooperativas, que, con el apoyo insustituible de las centrales de compra, pueden ser competitivas y contribuir a que en España no se dé el fenómeno de los desiertos alimentarios, que implica que los consumidores tengan que recorrer grandes espacios para proveerse de alimentos.
GIS: Después de dos años complicados para la cadena de distribución alimentaria motivados por crisis climáticas, la crisis sanitaria motivada por la COVID19, desde ASEDAS revindicáis que el sector de la alimentación sea reconocido como un sector esencial, ¿podemos decir que este es uno de vuestros objetivos principales para este 2022?
M.M-H.: Efectivamente, el reconocimiento como sector esencial de la cadena agroalimentaria en su conjunto y, en concreto, de la distribución alimentaria durante los primeros estados de alarma motivados por la pandemia de la Covid-19 fue fundamental para que las empresas pudieran trabajar sin restricciones y garantizar el suministro de alimentos y productos de higiene a todos los ciudadanos. Pero, además, la experiencia acumulada durante los dos últimos años (pandemia en sus diferentes fases, tormenta Filomena, volcán de La Palma…) ha servido para poner de manifiesto la necesidad de dar al sector de la alimentación los instrumentos legales necesarios para que pueda hacer frente a crisis de todo tipo a las que pueda enfrentarse en el futuro y facilitar los procesos que ayudan a garantizar que la alimentación nunca va a ser un problema, sean cuales sean los retos de la sociedad.