¿Qué análisis hacen desde el Foro Interalimentario de la situación actual del sector español?
El sector está pasando por momentos delicados y de incertidumbre, no solo debido a la situación geopolítica internacional, sino también a los elevados costes de producción, la aplicación práctica de la PAC . Además, a esto se suman las condiciones climatológicas de España que, al ser un país con mucha superficie de secano, necesita buenas infraestructuras hidráulicas, ya que la sequía perjudica enormemente al sector de la agricultura y la ganadería.
Junto a esto, el sector está sufriendo una presión de enorme calado que es necesaria reordenar, ya que el campo necesita menos legislación y más medidas. Y es que, en la actualidad, nos encontramos viviendo un tsunami regulatorio donde el sector agroalimentario en su conjunto necesita, y además con urgencia, estabilidad y seguridad jurídica para planificar las cosechas y las inversiones.
En este sentido, ¿son los precios energéticos el lastre de los precios de los alimentos?
En la actualidad, los costes energéticos en toda la cadena alimentaria se han incrementado enormemente, añadiendo el proceso inflacionista de los últimos años, el cual está arrastrando la rentabilidad del sector primario e industrial. En este sentido, hay que ser conscientes que el incremento de los costes de producción repercute en el precio final de los alimentos y, por ello, en el bolsillo del consumidor. Es necesario llevar a cabo una limitación del coste energético reduciéndolo, dado que la energía, hoy por hoy, resulta indispensable para la actividad productiva diaria de toda la cadena alimentaria, lastrando su competitividad.
Por otra parte, es importante poner de manifiesto lo complicado que resulta para el sector que el consumidor logre entender la conformación del precio de los alimentos. Si hay algo cierto es que el precio de los alimentos es una concatenación de los costes de los distintos eslabones que aportan valor a la cadena alimentaria. En definitiva, desde el sector tenemos que llevar a cabo un ejercicio pedagógico importante para lograr transmitir al consumidor cómo se conforma el precio de esos alimentos y que no existe ningún eslabón de la cadena con amplios márgenes de beneficio a costa del consumidor.
Abogan por una ‘cadena agroalimentaria sostenible’. ¿Cómo se avanza en este objetivo? ¿Es posible conjugar sostenibilidad económica y medioambiental?
Hablar de sostenibilidad es hablar, en primer lugar, de rentabilidad. La primera sostenibilidad que debemos alcanzar es la económica, porque sin ella es materialmente imposible conseguir la sostenibilidad social y medioambiental. El objetivo principal de la cadena alimentaria es abastecer y proveer a la sociedad de alimentos seguros, saludables y de calidad a los consumidores y, todo ello, tiene que pasar por hacer rentable a los profesionales que se dedican a esa labor. Asimismo, el sector agroalimentario es el primer sector que desde sus orígenes, con responsabilidad y conocimiento, aboga por una sostenibilidad medioambiental, porque de ello depende su trabajo y cuidar el medioambiente es una garantía de continuidad del sector, siendo además la actividad agraria un importante sumidero de gases efecto invernadero. Asimismo, desde el sector tenemos claro que la sostenibilidad social, a través del desarrollo rural y del mantenimiento y fijación de la población en nuestros pueblos, es una característica propia que nos caracteriza. No obstante, el sector agroalimentario se encuentra concienciado y comprometido, con hechos, por alcanzar esa triple sostenibilidad, sin olvidar que la primera, insisto, es la sostenibilidad económica.
¿Cuáles son los otros grandes retos y desafíos/oportunidades del sector alimentario?
En la actualidad, los retos a medio y corto plazo pasan por la rentabilidad de las explotaciones agrarias, reforzar en el sector primario la lucha contra las enfermedades de origen animal o vegetal que están afectando gravemente a nuestras producciones y cultivos, y lograr reducir las cargas administrativas y la regulación que se aplica al sector. Además, también resulta importante contener los costes de producción tomando medidas para que, sobre todo, los costes energéticos, se puedan limitar y, por tanto, el objetivo último sea hacer los alimentos lo más baratos posibles beneficiando el poder adquisitivo del consumidor.
Por otro lado, y para el desarrollo e impulso del sector, la innovación resulta fundamental. Hoy en día, el eslabón de la industria y la distribución está tomando medidas bastante profundas de cara la digitalización. Por su parte, el sector primario se encuentra trabajando, pero a un ritmo más lento, por lo que necesitan ayudas como puede ser el Kit Digital dirigido a las explotaciones agrarias o el PERTE. Sin embargo, es necesario que el sector, especialmente el primario, continue su apuesta por la innovación con el apoyo de la Administración basándose fundamentalmente en la digitalización y las nuevas técnicas genómicas. Es el futuro y una condición sine qua non para garantizar el futuro de las explotaciones.
Tampoco debemos olvidarnos del reto del relevo generacional. Y es que la incorporación de jóvenes al sector agroalimentario se ha vuelto cada vez más imprescindible. Uno de los principales obstáculos que tienen es la percepción de que un el sector es poco atractivo tanto desde un punto de vista personal/familiar con de rentabilidad y estabilidad económica. En este sentido, el apoyo gubernamental, la formación y la tutorización agroalimentaria y la creación de políticas públicas que faciliten el acceso a recursos y a nuevas tecnologías serán claves para incentivar la participación de los jóvenes.
¿Cómo valoran desde el Foro Interalimentario la nueva Ley de Desperdicio Alimentario?
El objetivo de la ley es positivo y loable, llegando a un gran consenso en la tramitación parlamentaria en la anterior legislatura, que decayó al convocarse elecciones generales. Actualmente la sociedad española no se puede permitir el desperdicio alimentario, no puede permitirse destruir alimentos cuyos costes de producción resultan elevados y que se destinan a la población. En este momento se desperdicia más del 25% de los alimentos en la Unión Europea, en distintas fases de su desarrollo, y hay que poner de manifiesto que esa gran parte de desperdicio se produce en los hogares por lo que es necesario continuar trabajando en este ámbito. Es cierto que en los últimos años gracias a las campañas de concienciación que se están realizando se está notando un cambio de tendencia. Lo que esperamos es que esta ey no imponga nuevas cargas, burocráticas y económicas, sobre los distintos eslabones de la cadena agroalimentaria que lastren su competitividad.
Por último, ¿qué importancia tiene para vuestra organización formar parte del GIS a la hora de mejorar vuestra responsabilidad social?
El GIS Alimentario, como plataforma donde están integrados muchos actores del sector, supone una gran e innovadora iniciativa, un excelente marco y punto de encuentro de los principios, cultura, compromisos y medidas que implanta el sector agroalimentario en su conjunto. Además, permite compartir experiencias y estrategias con empresas, organizaciones y centros de investigación. Gracias al GIS es posible unificar toda esa información, poniéndola a disposición del sector y de toda la sociedad.