Dra. Eva Sánchez Rodríguez, directora gerente de InnoPlant
Para alimentar a una población mundial que previsiblemente llegará a 8.300 millones en el año 2025, y con presiones crecientes sobre la base de recursos, el mundo necesitará aumentar considerablemente la productividad agrícola. Para ello, la investigación en el sector agrícola desempeña un papel fundamental en la mejora del desarrollo y en elevar la producción de la agricultura. De hecho, importantes progresos desarrollados a través de la investigación, han contribuido a aumentar hasta en un 80% la producción mundial de alimentos desde 1960.
Las nuevas tecnologías aplicadas en el sector agrícola desarrolladas sobre la base de la investigación científica son esenciales para elevar la productividad sin dejar de mantener e incluso mejorar la sostenibilidad de los recursos naturales y el medio ambiente. Asimismo, la mejora de la calidad de productos agroalimentarios centra muchas de las investigaciones realizadas en la actualidad, encaminadas a la obtención de alimentos más saludables para una población cada vez más preocupada por su salud. Estos beneficios para la sociedad derivados de la investigación agrícola parecen estar haciendo mella en las instituciones, cada vez más propensas a realizar inversiones y promover incentivos relacionados con la I+D+i.
Aunque aún queda mucho por hacer y hay que incidir en ello. Sin esta necesaria inversión, es de temer que los anteriores avances de la productividad agrícola no puedan mantenerse. Es esencial aumentar considerablemente el apoyo financiero a la investigación agronómica en los países en desarrollo, pero un aumento de los presupuestos no será suficiente: se requieren también profundas reformas institucionales. Según el último informe del Consejo Económico Social, la inversión en I+D+i en España va en descenso, y es muy inferior al resto de Europa (Imagen 1)
Las instituciones públicas, universidades, organizaciones no gubernamentales y cada vez más la industria privada, son la piedra angular del sistema mundial de investigación agronómica. Según nuestra propia experiencia, existe un gran desfase entre los últimos avances de investigación y lo que realmente se aplica al sector agrario. Por ello, si no se realiza una adecuada transferencia de conocimiento entre los centros de investigación y el sector privado, no se llegará aplicar de modo útil esta tecnología desarrollada. Esta labor la están desempeñando actualmente diversas empresas SpinOff, como es el caso de InnoPlant. De forma que garantizan que el conocimiento generado en universidades y centros de investigación, llegue de manera efectiva y factible al sector privado, repercutiendo de forma positiva en la sociedad (Imagen 2).
La industria privada está apostando cada vez por invertir en la aplicación de biotecnología a la agricultura. De esta forma, empresas del sector agroquímico consiguen mejorar en competitividad, ser pioneros en algunos desarrollos, adelantarse a problemas del mercado...en definitiva, la apuesta en I+D+i resulta una apuesta segura para estas empresas, tanto desde el punto de vista económico como social. Nos referimos a que desde la sociedad, se ve con buenos ojos que las empresas inviertan en mejorar la sostenibilidad, aprovechar recursos ambientales y apostar por la bioecnonomía, objetivos muy presentes en las actuales investigaciones dentro de este sector.
Para las empresas del sector agroalimentario, la inversión en investigación puede suponer, no sólo un aumento en la productividad de los cultivos, sino una mejora sustancial de la calidad de los productos hortofrutícolas. En una sociedad cada vez más concienciada con los buenos hábitos saludables, la disponibilidad de alimentos de mayor calidad se ha convertido en una necesidad. Las inversiones en este sector han hecho posibles los grandes avances tecnológicos que han promovido una mayor seguridad alimentaria en todo el mundo.
La investigación agronómica tendrá que orientarse en el futuro hacia las tecnologías de producción que aprovechen al máximo los beneficios de los recursos naturales disponibles, sin dejar de protegerlos y restaurarlos al mismo tiempo para su uso futuro. La ordenación y el uso de los recursos naturales para elevar la productividad y para la conservación de la base de recursos requerirán nuevas tecnologías y estrategias de base científica. Los progresos futuros sólo se realizarán si se continúan o aumentan las inversiones en I+D+i, para hacer frente a nuevos y más amplios problemas. La investigación debe proporcionar tecnologías para mantener el ritmo de progreso realizado hasta hoy y elevar aún más la producción, pero debe hacerlo dentro de un contexto de conservación de los recursos de los que depende la agricultura y de protección del medio ambiente natural contra los posibles efectos nocivos derivados de la intensificación agrícola.