Este 2024 se cumplen 80 años de la histórica carta enviada por Franklin D. Roosevelt a Vannevar Bush, científico y director de la Oficina de Investigación Científica y Desarrollo en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. En este documento, Roosevelt solicitaba un mayor impulso al trabajo científico para hacer frente a los retos del conflicto bélico y del futuro. Hoy, ochenta años después, esta carta cobra una relevancia aún mayor. En un mundo cada vez más complejo y dinámico, la ciencia y la tecnología no solo son herramientas de progreso, sino pilares fundamentales para que los políticos tomen decisiones informadas que realmente beneficien a la humanidad.
El rol esencial de los científicos
Cuando Roosevelt escribió su carta, la ciencia no solo estaba al servicio de la guerra, sino que se visualizaba como una aliada estratégica para la prosperidad y la seguridad nacional. Hoy, los desafíos son distintos, pero no menos urgentes: el cambio climático, la inteligencia artificial, las pandemias y la seguridad alimentaria, por mencionar algunos. Los políticos de todo el mundo deben tomar decisiones basadas en evidencia científica, porque solo así podrán enfrentar estos problemas de manera eficaz. Sin embargo, a pesar de la enorme acumulación de conocimiento que tenemos hoy, a menudo se observa una desconexión entre la ciencia y la política, una falta de consideración de los datos y la investigación en la toma de decisiones.
La carta de Roosevelt subraya un punto crucial: los científicos deben ser escuchados, deben tener voz en las políticas públicas, y los líderes deben actuar con base en la ciencia, no en intereses particulares o en ideologías que pongan en riesgo el bienestar general. La situación global actual exige que los gobiernos se apoyen en los conocimientos que los científicos han acumulado durante años, o incluso décadas, de investigación.
Desafíos de la ciencia en la política actual
A lo largo de estos 80 años, hemos visto cómo la ciencia ha avanzado a pasos agigantados, pero también cómo la ciencia ha sido ignorada o incluso atacada en ciertos contextos políticos.
No es solo una cuestión de recibir consejos de científicos, sino de entender que las decisiones políticas deben estar basadas en una interacción constante con los datos y la investigación. Esto no significa que los científicos deban tomar las decisiones, sino que su conocimiento debe ser considerado parte del proceso de toma de decisiones, de manera coherente y respetuosa.
Este aniversario de la carta de Roosevelt debe ser un recordatorio para los políticos del mundo de que la ciencia no es solo una herramienta para resolver problemas, sino una guía indispensable para crear políticas que verdaderamente respondan a las necesidades de la sociedad. La toma de decisiones informadas debe ser la norma, no la excepción.
Los políticos deben rodearse de expertos, promover el diálogo entre la ciencia y la política, y, sobre todo, estar dispuestos a escuchar y actuar conforme a la evidencia científica disponible. La ciencia no es solo una cuestión técnica: es una cuestión de supervivencia. Solo a través del apoyo a la investigación y la inversión en ciencia y tecnología podemos construir un futuro más justo, sostenible y seguro para todos.
Es hora de que los gobiernos del mundo tomen nota de los mensajes de Roosevelt hace 80 años: la ciencia debe estar en el centro de las decisiones políticas, no como una mera sugerencia, sino como la base de un futuro más próspero y equitativo. Las y los científicos siguen siendo una de las mejores herramientas de los políticos para tomar decisiones que beneficien al bien común. ¡Que los políticos tomen nota y actúen en consecuencia!