Denise Díaz, Robert Savé y Andrea Villarino
El cambio climático es actualmente el mayor reto al que se enfrenta la humanidad, por los efectos que puede tener sobre nuestro modo de vida y por la responsabilidad de las actividades humanas tienen sobre él. Por este motivo, desde el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) se llevan a cabo proyectos para tratar de reducir el impacto que la producción de alimentos tiene sobre el cambio climático, la mayoría de ellos, desarrollados en colaboración con otros países tanto dentro como fuera de Europa.
Este instituto, dependiente del Departamento de Agricultura, ganadería y Pesca de la Generalitat de Catalunya, coloca en el centro de su estrategia la sostenibilidad alimentaria, la reducción y/o aprovechamiento de residuos mayoritariamente agroalimentarios y el cambio climático. En torno a estos conceptos, se encuentran limitando el agua, el suelo y la energía, así como la salud. Por último, la estrategia del IRTA utiliza como marco la sociología, la educación y la tecnología, tres conceptos que conforman el escenario en el que se desarrollan los proyectos del instituto.
Uno de los aspectos que contribuyen notablemente al cambio climático, ya que se pierde eficiencia energética y por tanto se incrementan las pisadas de carbono y agua a lo largo de toda la cadena alimenticia, es el desperdicio alimentario que se produce a lo largo de todo el proceso, desde la producción hasta los consumidores. Según datos de la Comisión Europea, se tiran en la UE 100 millones de toneladas de alimentos, cantidad suficiente para alimentar dos veces a todas las personas que pasan hambre, y se teme que esta cifra aumente hasta los 120 millones en 2020.
Por este motivo, el CREDA (Centro de Investigación en Economía y Desarrollo Agroalimentario del IRTA y la UPC) se ha embarcado junto a otros 26 socios europeos y chinos en el proyecto REFRESH (Resource Efficient Food and dRink for the Entire Supply cHain), que pretende lograr un conocimiento científico que permita analizar las claves del desperdicio alimentario en la cadena de valor y diseñar estrategias prácticas de reducción para el futuro. En este sentido, desde el IRTA se recuerda la importancia de valorar también la logística de toda la cadena, con el objetivo de generar nuevas vías y procesos. Paralelamente, el proyecto prevé crear una plataforma formada por los actores clave de la cadena agroalimentaria para elaborar un protocolo de actuación que se pueda aplicar a nivel europeo. Este proyecto, del que España es uno de los cuatro países piloto junto con Hungría, Alemania y Países Bajos, está financiado por el programa Horizonte 2020 y entronca directamente con el objetivo de la Unión Europea de reducir el desperdicio alimentario en un 30% para el año 2025.
El IRTA también se ha adherido al proyecto “4 por 1000”, una iniciativa con la que la comunidad internacional, a partir y de acuerdo con las resoluciones de la COP 21 y 22 pretende aumentar las reservas de carbono del suelo para limitar el incremento de CO2 en la atmósfera y mitigar de esta forma los efectos del cambio climático. El objetivo es aumentar el carbono del suelo un 4% anualmente y con ello contribuir a limitar el aumento de la temperatura a 1,5-2ºC a finales de siglo. Para contribuir a este objetivo, el IRTA se ha comprometido a incrementar el carbono en los suelos, especialmente aquellos que menos tienen, mediante la aplicación de estrategias afines a la agricultura de conservación y valorizando la materia orgánica proveniente del sector agropecuario como fuente de materia orgánica para el suelo, en este momento junto con otros organismos catalanes (DARP, CTFC, IGCC i CREAF) esta elaborando el mapa de contenido de carbono de los suelos agrícolas de Cataluña, paso previo imprescindible para proyectar la estrategia 4x1000.
Por otra parte, el IRTA coordina el proyecto Life Ebro-Admiclim, que pretende mitigar los efectos del cambio climático en el Delta del Ebro, así como adaptar la región al cambiante panorama medioambiental que se avecina en las próximas décadas. El enfoque adoptado por el IRTA en este proyecto se centra en la gestión integrada del agua, del sedimento y de los hábitats, para así optimizar la elevación del suelo, reducir la erosión costera, aumentar la acumulación de carbono en el suelo, reducir las emisiones de efecto invernadero y mejorar la calidad del agua. Las principales acciones están orientadas a la aportación de sedimentos del río Ebro hacia el delta, para demostrar la viabilidad de restaurar el flujo sedimentario permanentemente. Asimismo, las acciones piloto de mitigación se focalizan en los arrozales y en las zonas húmedas, para optimizar las emisiones de gases de efecto invernadero, el secuestro de carbono y de nutrientes y el aumento de la elevación del suelo.
En vista de las especiales condiciones de la región mediterránea, que la convierten en zona de riesgo de los efectos del cambio climático, el IRTA forma parte del proyecto “MEDACC: adaptando el Mediterráneo al cambio climático”. El proyecto cuenta con financiación del programa europeo Life+ y pretende adaptar nuestros sistemas agroforestales y urbanos a los impactos del cambio climático en el ámbito mediterráneo gracias a la innovación. El proyecto se centra especialmente en la reducción en el uso del agua. Los resultados esperados cuantificarán cómo la adaptación puede reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y de las actividades humanas al cambio climático y preverán los costes económicos y ambientales asociados a la aplicación de estas medidas.
El IRTA forma parte, además de los proyectos ya mencionados, de otras iniciativas como Metamorphose, sobre el aprovechamiento del biometano como combustible para automoción, o Demoware, que pretende incrementar la capacidad de Europa para reutilizar el agua.
Además, el IRTA, basándose en su amplia experiencia, pone de relieve la necesidad de alcanzar metodologías de cálculo de la huella de carbono y de la huella hídrica de las industrias agroalimentarias y pesqueras. El objetivo final sería crear un sistema de evaluación común incluso a nivel mundial de los efectos del cambio climático en el sector agroalimentario.
En este momento, el compromiso estatal y mundial, además de las alianzas transversales que incluyan a todos los eslabones de la cadena agroalimentaria, son fundamentales para evaluar y mitigar eficazmente los cambios medioambientales que sufrimos. Solo apostando por la innovación y la investigación en el sector agrario se puede lograr el cambio necesario para que logremos adaptarnos a los efectos del cambio climático.